Amigas, esta semana mi tarea fue muy especial, invertir en cariño algo que nos ayuda mucho en el trayecto de nuestras vidas, porque son esas personas en que invertimos que nos ayudan y que invierten en nosotros sin siquiera nosotras pedir, siempre estan dispuestas a dar pues les agrada lo que reciben de nuestra parte. Recuerdad "Dad y se os dara"
Bueno hoy quiero dejarles este texto excelente del Sr. Obispo Silva de Colombia, vale la pena leerlo:
Si quiere que sus relaciones prosperen, tiene que invertir en ellas,
dando en lugar de tomar. Dondequiera que vaya, esfuércese por hacer depósitos
positivos en las vidas de los demás, alentándolos, edificándolos, haciendo que
se sientan mejor consigo mismos.
Claro que no siempre será fácil. Hay gente difícil porque suelen
chuparle toda su energía. No son personas malas. Es sólo que le agotan porque
todo lo toman para sí. Siempre tienen algún problema, o alguna crisis de la que
están convencidos que sólo usted puede ayudarlos a salir. Hablan todo el
tiempo, tanto que ni siquiera las puede interrumpir. Para cuando termina la
conversación, siente que su batería está casi agotada. La gente difícil no hace
depósitos positivos porque están demasiado ocupados haciendo extracciones y
retiros.
Todos tienen derecho a sentirse triste o desalentados cada cierto
tiempo. Todos tenemos derecho a tener un mal día. Pero si hace eso todo el
tiempo, allí sí hay un problema. Y no tendrá buenas amistades si siempre está
tomando el último resto de energía de todos los que le rodean.
Comprenda algo que quizá sus amigos no se animan a decir: Su familia,
sus amigos y sus compañeros de trabajo, no quieren oír hablar de sus problemas
todo el tiempo. Ya tienen bastantes problemas propios. Ya están cargando un
peso exagerado, sin que usted venga y les eche un par de kilos o toneladas más
sobre sus hombros. Si siempre habla de lo que está mal en su vida o de lo mal
que le tratan las personas o las circunstancias, está viviendo de manera muy
egoísta. Intente dejar de centrarse en usted mismo, viviendo con esa actitud
de: “¿Qué puedes hacer por mí?” Reemplácela con cosas como: “¿Qué puedo hacer
hoy por ayudar a alguien? ¿Qué puedo hacer para mejorar tu vida? ¿Cómo puedo
alentarte?” Asegúrese de invertir en las personas en vez de efectuar continuos
retiros de sus reservas de energía.
Nuestras relaciones son como “cuentas bancarias”. Tenemos una cuenta
con cada una de las personas con quienes nos relacionamos, ya sea un familiar,
compañero de trabajo, amigos o hasta personas que conocemos solo de paso. Tengo
una cuenta con el guardia de seguridad del trabajo, con el hombre de la
estación de servicios, con el mesero del restaurante. Cada vez que interactuamos
con ellos, hacemos un depósito o una extracción de esas cuentas.
¿Cómo se hace un depósito? Puede ser algo tan simple como tomarse un
minuto para acercarse y saludar a la persona: “¿Cómo le va hoy, amigo? Buenos
días. Me da gusto verlo”. El solo hecho de tomarse tiempo para hacer que ese
hombre se sienta importante ha establecido confianza y respeto. Puede efectuar
un depósito con sonreír a alguien, siendo amable, siendo gentil aun en medio de
una situación común.
También efectúa depósitos al elogiar a alguien. A ese compañero de
trabajo, dile: “¡Qué buena estuvo tu presentación! Lo hiciste muy bien”. Dígale
a su esposo: “Aprecio lo que haces por nuestra familia”. O a su esposa: “Haces
que sea divertido vivir aquí”. Cuando hace esto, no está elogiando nada más,
sino efectuando un depósito en la cuenta que comparte con esa persona.
En casa, sus depósitos pueden ser un abrazo o un beso a su esposa, o
decirle que la ama. Hace depósitos en la cuenta con sus hijos cuando pasa
tiempo con ellos, cuando escucha a su hija que toca el piano, cuando va al
parque y mira como anda en patineta su hijo. Y también, hay un modo sutil,
aunque asombrosamente efectivo de hacer un depósito: puede pasar por alto las
fallas. Quizá un compañero de trabajo sea maleducado con usted, o le critique
por algo insignificante. En lugar de contestar mal, déjelo pasar. Al día
siguiente, cuando se disculpe, le dice: “No te preocupes. Ya te perdoné. Ni
siquiera volví a pensar en ello. Sé que no eres así”. Cuando hace esas cosas,
está efectuando enormes depósitos en su cuenta con esa persona. En su escala de
valores, sube muchos escalones. Y un día cuando esté un poco tenso y quizá no
la trate todo lo bien que le trata siempre, habrá mucho en su cuenta para
cubrir esa falla.
¿Cómo efectuamos retiros de nuestras cuentas con las personas? La
forma más común es cuando nos comportamos con egoísmo. Si sólo pensamos en lo
que queremos y necesitamos, es inevitable que retiremos recursos de las cuentas
que tenemos con cada persona. Retiramos recursos cuando no les dedicamos
tiempo. Si entra en la oficina y ni siquiera nota a la recepcionista, no le
sonríe o pasa de largo nada más, aunque esté pensando en otra cosa o lo haga
por mala educación, da lo mismo. Acaba de efectuar un retiro de su cuenta con
ella, y ahora la opinión que tenía de usted se ha empeorado.
Otras formas de efectuar retiros incluyen las ocasiones en que no
perdonamos, o no cumplimos con nuestros compromisos, o no expresamos aprecio
cuando alguien lo merece. Si alguien fue amable con usted y no le agradece. Si
no dice gracias solo porque está demasiado ocupado o peor aún, porque le parece
poco importante decir: “Aprecio tu esfuerzo”. Si no aprecia el valor de los
demás, siempre estará retirando recursos de sus cuentas con cada persona.
El problema en muchas relaciones es que la cuenta ha sido sobregirada.
Cuando cometamos un error o necesitemos comprensión, esa persona mirará el
saldo de la cuenta y descubrirá que ya no hay fondos. Ahora tendremos que vivir
con la preocupación de que no todo anda bien. Las cosas pequeñas ahora se
vuelven grandes. Tendremos que cuidar cada palabra que digamos porque ya no
habrá tolerancia en esa relación. Hemos agotado los recursos.
Por ejemplo, cuando corrige a su hijo adolescente y de repente él
estalla: “¿Quién eres para decirme eso? No tengo por qué prestarte atención”,
verá que le revela con sus palabras que su cuenta con él está agotada. “No me
has depositado confianza últimamente. No te has interesado por mí. No me has
hecho saber que soy importante para ti”. Le está diciendo: “Quieres efectuar un
retiro, pero ya no hay nada en la cuenta porque no has depositado nada”.
Esa situación no se produce de la noche a la mañana. No es que el
adolescente despierte un día y decida que ya no respeta a sus padres. Es porque
a lo largo de los años no ha estado recibiendo lo que necesita. Los depósitos
en la cuenta que tiene el adolescente con sus padres ya no existen.
Si va a corregir a alguien o le quiere ofrecer una crítica
constructiva, necesita asegurarse de que ha hecho muchos depósitos en su cuenta
con esa persona y que se ha ganado su respeto.
Al corregir a sus hijos, pregúntese: “¿Lo he alentado? ¿La he
elogiado? ¿Me intereso por lo que le interesa, o sencillamente efectúo retiros
de la cuenta?”. Si lo único que oye su hijo o hija durante meses es: “Limpia tu
cuarto, haz la tarea, saca la basura, arréglate la camisa, vuelve antes de las
diez…”, ha estado efectuando retiros solamente. Y seamos realistas, los padres
de adolescentes tenemos que efectuar muchos retiros, pero no podemos esperar
que nuestras palabras contribuyan en sus vidas si no hicimos primero muchos
depósitos. Hay que invertir en la relación, nutrirla y establecer confianza.
Un padre tenía muchos problemas con su hijo adolescente. No parecían
poder llevarse bien. No podían conectarse y tenían muy poco en común. El hijo
era un gran atleta pero al padre le interesaba más su profesión. Trabajaba todo
el tiempo y casi nunca iba a ver los partidos de su hijo. Con el tiempo la
relación se deterioró. Un día el padre reconoció que tenía que cambiar. Vio que
para ganarse el respeto de su hijo y que sus palabras tuvieran efecto en su
vida, tendría que efectuar depósitos. Sabía que a su hijo le gustaba mucho el
fútbol, así que, aunque al papá no le agradaba, decidió tomarse un mes de
licencia para llevar a su hijo para que viera todos los partidos de su equipo
durante el campeonato. Sería caro y le tomaría mucho tiempo viajar de una
ciudad a otra, pero fue un tiempo inolvidable para su hijo, un tiempo en que se
llenó su cuenta relacional. Ese viaje de un mes entero fue el catalizador de
cambio en la relación entre el padre y el hijo. Cuando el hombre volvió, uno de
sus socios se enteró de lo que había hecho. Le sorprendió que el hombre gastara
tanto dinero e invirtiera tanto tiempo en ir a ver partidos con su hijo y le
preguntó: ¿De veras te gusta el fútbol?” “No para nada, pero amo mucho a mi
hijo”.
Comience a invertir en sus hijos. Quizá no pueda hacer lo que hizo
este hombre, pero puede tomarse tiempo para estar con su hijo, para hacer que
su hija sepa que le importa. Mantenga esas cuentas siempre con un saldo bien
alto.
Deposite antes de retirar
Es asombroso ver cómo responden las personas cuando saben que son
valoradas, cuando notan que está a su favor y que quiere lo mejor para ellas.
Muchas veces estarán dispuestas a cambiar si saben que no las condena, que no
intenta aplastarlas o hacer que se sientan mal consigo mismas. La corrección
sincera inspira a la gente a querer ser mejor.
Si hace que sea prioridad mantener alto el saldo en su cuenta con ,
tendrá menos problemas para que las personas reciban sus sugerencias o
correcciones. De hecho, un experto dice que los primeros treinta segundos de
una conversación determinan cómo será la próxima hora de charla. Así que,
cuando tenga que hablar sobre un tema delicado, cuando lo que diga tenga
potencial para causar conflicto o problemas, siempre hable primero de lo
positivo. Asegúrese de que el momento sea adecuado. Asegúrese de que pensó cómo
comenzará a hablar, y preste atención al tono de su voz y a su lenguaje
corporal. Mantenga una expresión agradable y elija la amabilidad como hilo
conductor de la conversación.
Cuando intente mejorar una relación, si sus palabras o acciones hacen
que las personas se pongan a la defensiva, ya está derrotado. No van a recibir
lo que tenga que decir. Se sentirán heridos, o quizá señalen las faltas que
usted comete: “Bueno, ¿quién eres para decirme eso?”, podrán replicar. “¡No
eres mejor que yo! ¿Piensas que eres perfecto?” Puede evitar todo eso si su
modo es más positivo.
Hay estudios que demuestran que se requiere cinco cargas positivas
para compensar una sola carga negativa. Es decir, que si quiere corregir a
alguien tiene que asegurarse de que ya le haya ofrecido cinco elogios.
Lamentablemente, en nuestra sociedad de hoy esa relación de elogios a
correcciones es casi lo opuesto. Oímos cinco críticas por cada elogio. No es de
extrañar entonces que nuestras relaciones estén tan mal. Hemos sobregirado la
cuenta.
Al corregir a alguien, no debemos menospreciarlo, ni hacer que se
sienta insignificante. En la oficina, no permita que su actitud sea: “¿Cómo se
te ocurre eso? ¿De quién fue esta idea ridícula?” En cambio, esfuércese por
encontrar lo bueno en cada sugerencia, aun cuando no la pueda usar. Nunca
debemos hacer que los demás se sientan mal por haber intentado algo que luego
no funcionó. No tenemos que criticarlos para que se sientan mal, ya se trate de
su cónyuge, sus compañeros de trabajo o sus hijos. Trate a todos con respeto.
Si quiere efectuar un enorme depósito en la vida de alguien, cuando se
equivoquen y se den cuenta de su error, no haga alharaca. No avergüence a sus
hijos delante de amigos o familiares. No avergüence a un empleado delante de
sus compañeros. Si tiene que confrontar por algún motivo, hágalo en privado si
es posible, y tome recaudos para proteger su dignidad. No sirve de nada hacer
que el otro se avergüence, ni humillarlo delante de otras personas.
En ocasiones se sentirá tentado a devolver mal por mal cuando alguien
le ofende, pero si cede a esa tentación, a la larga va a salir perdiendo.
Cuando avergüenza a alguien a quien podría haber amonestado con la mayor
discreción, agota los recursos de su cuenta con esa persona y destruye toda
confianza y lealtad que pudiera haber existido entre ambos.
Si quiere forjar amistades leales para toda la vida, si quiere
establecer confianza, aprenda a proteger a sus familiares y amigos aun cuando
se equivoquen. Aprenda a mostrar misericordia. Soporte el chubasco, aun cuando
no tenga la culpa. Esfuércese por proteger la reputación de alguien más. No
avergüence al otro si tiene la oportunidad de edificarlo.
Claro que no tenemos que consentir la maldad, o cubrir delitos
intencionales. Pero si se trata de un error, de algo que no funcionó, y que
hizo alguien con quien tenemos una “cuenta”, tenemos que esforzarnos por
proteger esa relación, con cuidado e integridad.
Dondequiera que vayamos debiéramos efectuar depósitos, sea en la
tienda, en el parque, la escuela o la oficina. Forme el hábito de sembrar cosas
buenas en las vidas de los demás. Ocúpese de hacer que alguien pueda sentirse
bien consigo mismo. Interésese por los demás. Tómese el tiempo de demostrarle a
alguien que sí le importa. Esfuércese por mostrarle a alguien que es especial.
Cuando salga de la oficina, en lugar de correr al estacionamiento y buscar su
auto, pregúntele al empleado de vigilancia: “¿Cómo está hoy? ¿Cómo se siente?
Me alegro de que trabajes aquí”. Aliéntelo de alguna forma. Haga que se sienta
importante. Ayúdelo a saber que hay quien se interesa por su persona.
Aprenda a apreciar a los demás. Aprenda a decir “gracias”. Sólo porque
alguien trabaje para usted no significa que esté exento de expresar su aprecio
por esa persona. “Si le pago bien. No necesito malcriarlo”, dirá. O, “Pago mis
impuestos. No tengo nada que agradecerle a ese policía. No necesito darle las
gracias a la maestra. Cada quien hace su trabajo y ya”. No. Aprenda a sembrar
depósitos positivos en las vidas de los demás. No cometa el error de vivir de
manera egoísta, corriendo todo el día pensando sólo en usted mismo. Aprenda a
apreciar a los demás. Cuando vea al cartero, llámelo y dígale: “Gracias.
Aprecio su tarea”. Cuando vaya a la tienda, aliente a la cajera. Sea amable.
Siembre una semilla en el banco, en la peluquería, en la estación de servicio.
Efectúe un depósito positivo en las vidas de cada persona con quien se cruce.
Dirá: “¿Para qué? Si no voy a formar una relación estable con ninguno de
ellos”.
Tal vez tenga razón, pero como parte de su relación con Dios, puede
ser amable y apreciar a cada persona. La Biblia nos dice: “anímense unos a
otros cada día” Hebreos 3:13. Esto significa que cada día debiera encontrar a
quién alentar. Sólo un elogio podría marcar la diferencia en la vida de
alguien. “Te ves bien hoy. Ese color te queda bien”, o “Aprecio tu amistad.
Significa mucho para mí”.
Sus palabras tienen el poder de darles un giro en las vidas de los
demás, la posibilidad de elevar a alguien por sobre la derrota y el desaliento,
para que avancen hacia la victoria. Un depósito con potencial edificador no le
lleva más de diez o quince segundo. Sin embargo, alguien cerca de usted puede
estar necesitando algo así, sólo quince segundos de inversión en la cuenta que
tiene con usted. Debemos entender que todos necesitamos ser animados. No
importa quiénes seamos, o lo exitosos que podamos parecer. Toda la gente que
conoce necesita un poco de aliento.
“Esposo, nunca serán demasiadas las veces que le diga a su esposa:
“eres hermosa. Creo que eres genial. Estoy tan feliz de haberme casado
contigo”. Haga que su cuenta crezca.
Aprenda a elogiar a las personas. Aprenda a ser amable y evite todo lo
que transmita la actitud de que usted es tan importante que no puede perder el
tiempo con alguien que no está a su nivel. Por el contrario, haga que todo el
que se cruce su camino sienta que es importante. Esfuércese para que todos con
quienes tenga contacto se sientan especiales. En lugar de calcular qué los
demás pueden hacer por usted, empiece a buscar cosas que usted pueda hacer por
ellos. Efectúe depósitos positivos dondequiera que vaya. Sea dador en lugar de
tomador. Al hacerlo, no sólo verá que sus relaciones mejoran, sino que experimentará
más de las bendiciones de Dios.
Bueno yo esta semana quise hacer un deposito especial por tres personas a las cuales quiero mucho:
Invirtiendo en Cariño :D