De nada sirve intentar apresurar
a Dios o hacer fuerzas para que las cosas lleguen cuando nosotros queremos,
pues en la realidad todo tiene un cómo y un cuando, el problema del hombre es
que no sabe, ni tiene quien le diga cuando y como se darán las cosas. El punto
es: quien cree en Dios simplemente actúa, vive y espera confiando en que cuando
y como sucederá, será perfecto.
“El que
acata sus órdenes no sufrirá daño alguno. El corazón sabio sabe cuándo y cómo
acatarlas. En realidad, para todo lo que se hace hay un cuándo y un
cómo, aunque el hombre tiene en su contra un gran problema: que
no sabe lo que está por suceder, ni hay quien se lo pueda decir.” Eclesiastés
8: 5-7